La armonía en una familia es posible
¿Qué es y en qué consiste la Terapia Familiar?
La armonía en una familia es posible
¿Qué es y en qué consiste la Terapia Familiar?
La familia es un proyecto de vida en común y se transforma mediante el sustento y la protección en el pilar principal para el desarrollo de una persona. Crecemos y en el transcurso del tiempo se asientan en nosotros los valores, las creencias, los compromisos, los principios individuales y sociales a través de los cambios y crisis que el propio sistema familiar vive.
La terapia familiar a través de las técnicas de intervención reformula el patrón de relación y sirve como apoyo para la resolución de los conflictos. La terapia Gestalt centra su atención en observar y apoyar el proceso con la confianza plena en que los miembros de la familia se relacionan desde el amor y la protección mutua y que cada uno aporta su grano de arena en el conflicto sin revolver.
Juntos lograremos el equilibrio en tu hogar
¿Cuánto dura la terapia familiar?
¿Cuánto dura cada sesión?
La duración de cada sesión es de 50 minutos, el tiempo adecuado para poder tratar los problemas sin saturar al cliente.
¿Cada cuánto se hace una sesión?
La frecuencia de las sesiones suele empezar siendo semanal hasta que el conflicto por el cual se acude a terapia se estabiliza. Posteriormente pasan a ser cada 15 o 30 días.
¿Qué duración tiene una terapia?
La duración total de la terapia familiar es variable según las necesidades de la familia y del conflicto que haya de tratar.
Trabajamos la terapia familiar por fases
¿Cómo se desarrolla el proceso en una terapia familiar?
¿Cuándo hacer terapia familiar?
¿Qué tipo de problemas se suelen tratar en terapia familiar?
A la hora de saber si los problemas que podáis tener en la familia requieren acudir a terapia familiar, podemos considerar una serie de circunstancias que nos ayudarán a determinar cuándo es aconsejable pedir ayuda a un experto en este tratamiento.
- Sufrir problemas de violencia intrafamiliar.
- Tener miembros de la unidad familiar con los que no se mantiene el contacto o cuya relación es compleja.
- Exagerar determinadas reacciones.
- Presentar dificultades para superar problemas o traumas (accidentes, divorcios, fallecimiento de un familiar…).
- Padecer de algún tipo de adicción (juego, drogas, alcohol...).
- Tener adolescentes o niños con conductas complicadas.